por María Del Carmen Rodríguez Dacosta
Son muchas las personas, a lo largo del ancho mundo, que tratan a los niños como si fuesen seres inferiores, sin derechos, y a merced de la no siempre acertada voluntad de los adultos, ya sean padres, familiares, maestros, etc. A menudo son despreciados, ninguneados y hasta esclavizados. Sus testimonios y verdades tienen poco peso en la mayoría de las circunstancias. Muchos ven en los más pequeños a alguien a quienes mandar hacer cosas, sin voz ni voto, y si no obedecen imponerles un castigo. ¿No se hace esto con muchos animales?, ¿no se hace esto con la mayoría de las mascotas?.
Los seres humanos todavía no hemos comprendido que con los niños esto no funciona. Nadie tiene derecho sobre nada ni nadie en cuanto a disponer de la propia vida. Por eso lo primero que tiene que entender una persona es que al hablar con un niño habla con un ser humano y este debe de ser tratado como tal. Todos somos libres de sentir y pensar. Tenemos capacidades y deseos únicos. Tan sólo hemos de tener la conciencia de emplear nuestro potencial en crear un mundo en el que todos podamos convivir, compartiendo y siendo amables.
Un niño ha de ser tratado como un ser humano y no como un inferior. Está claro que sus capacidades no están tan desarrolladas como las de un adulto pero no por eso hay que tratarle con menos respeto y con menos educación. Mientras un ser humano no alcanza la plenitud de sus facultades hemos de acompañarlo y tomar no fáciles decisiones pero ante todo hemos de tener muy claro que no es nuestra posesión.
El respeto a los niños comienza por el respeto que nos tenemos y que nos debemos a nosotros mismos y a nuestro entorno. Si no respetamos a nuestros amigos, familiares, compañeros de trabajo…etc. Si no respetamos el entorno, la naturaleza y la vida, difícilmente podemos respetar a un niño.
Los niños necesitan ser tratados como iguales y no como seres inferiores porque si no, se sienten inferiores y ese complejo de inferioridad condicionará toda su vida. Si tratamos a los niños como inferiores los estamos traicionando y haciendo que caminen hacia la inseguridad, el desamor, la depresión y el sin sentido, etc.
Cuando educamos a un niño y le mostramos la vida, es muy importante que lo hagamos con amor, con sentido, con alegría, con paz y pensando que ellos van a ser el futuro. Si queremos un mundo mejor tenemos que actuar ya desde el primer momento.
Es muy importante respetar los deseos del niño, no me refiero a caprichos que a veces motivan grandes enfados por cosas que son un tanto frívolas, me refiero a los deseos del verdadero Ser interior del niño. Esos deseos que son los que le impulsan a hacer cosas, los que le impulsan a vivir, los que van hacer que esa persona sea feliz y genere felicidad a su alrededor.
Cuando tratamos a un niño como a un verdadero ser humano logramos que el amor por sus congéneres y por la naturaleza perdure en la edad adulta. Y eso hará que procure la felicidad y la paz allí donde vaya. Esto es realmente lo mas importante.
La misión de los adultos principalmente consiste en mostrarles el mundo y las oportunidades de una manera real y no sesgada para que crezcan en la verdad y puedan escoger libremente. Para que ellos puedan ser ellos mismos y aportar a su vida y a su espíritu ese alimento que todo ser humano necesita para vivir. Por supuesto apoyándose en los demás y también para los demás.
El niño tiene deseos, anhelos, esperanzas, como cualquier ser humano adulto, todo eso no se puede menospreciar, hemos de tenerlo en cuenta. Ellos son muy importantes, su opinión es muy importante. En muchas ocasiones es más importante de lo que pensamos porque ellos ven el mundo con naturalidad y con ojos inocentes. No están contaminados por un millar de creencias y pensamientos erróneos que solemos arrastrar los adultos.
Los anhelos y esperanzas de los más pequeños no deben ser aplastados, no deben ser cortados de raíz porque eso para un niño es la desesperación y pensará que no vale, que sus ideas no sirven, que no podrá aportar, que no crecerá porque no encontrará tierra fértil si no se los apoya. Es muy importante ayudarlos y acompañarlos en su desarrollo sin juzgarlos, mostrándoles las cosas con naturalidad y con amor y eliminando de nuestro discurso los odios, los rencores y los malos pensamientos.
La mayoría de las personas queremos un mundo lleno de Paz y Alegría y para eso hemos de tener en cuenta que los niños son los que van a seguir construyéndolo. Serán los que darán amor a los que ya han pasado por la vida y van de regreso, pero para ello, tenemos primero que tratarlos con amor para que ellos nos devuelvan la misma cantidad de amor que nosotros les hemos dado.
Toda la humanidad quiere sentirse amada, respetada, escuchada y quiere desarrollar su proyecto de vida. Todos hemos de ayudarnos en ese sentido y practicar el respeto que siempre empieza por el amor.
Artículo escrito por María Del Carmen Rodríguez Dacosta, humanista y compañera de la vida.
31 enero, 2021Por: Redacción